Una
familia de “tocadores” y “violineros” de gran trayectoria integran el grupo Los
Soneros de la Cascada de Texcaltitán, provenientes de la comunidad Texcaltitán,
ubicada en el municipio de San Andrés Tuxtla, Veracruz. Manuel Catemexca, en el
violín; Bonifacio Temich Chibamba, en la jarana tercera, su hijo Eulogio Temich en la jarana segunda y
su bisnieto, José Leonardo Capi, en la jarana primera y como músico invitado,
Joel Cruz Castellanos.
Interpretan
sones jarochos del repertorio tradicional como la Bamba, el Siquisirí, el Buscapiés,
el Ahualulco, el Zapateado y Aguanieves en afinaciones antiguas: chinalteco,
menor, menor obligado, variación y por cuatro. Un mismo “son” puede ser ejecutado
al mismo tiempo en diferentes afinaciones, cuando Bonifacio toca su jarana tercera
“por menor”, su hijo Eulogio toca su
segunda “por cuatro”. El instrumento que “manda”, que lleva la batuta, es la
jarana tercera.
Este
conocimiento musical lo aprendieron de los soneros de la comunidad. Bonifacio
Temich, ahora de 82 años, “tocador” de jarana tercera, se interesó en la música
cuando tenía 16 años “se pegó a los viejitos y empezó a tocar”. Primero se
compró un requinto, luego una jarana segunda. Su pariente, Manuel Catemaxca,
violinero de 77 años, aprendió también siendo muy joven, “le gustaba el ritmo
del violín y cuando había fandango, iba de comunidad en comunidad a esa
diversión”.
Eulogio
Temich, de 54 años, es “tocador” de jarana segunda, bailador y laudero. Primero zapateaba y antes de aprender a tocar
jarana, se hizo la promesa de que lo iba a hacer con una que él mismo construyera.
Por “curiosidad” aprendió a fabricar todo tipo de jaranas: primeras, segundas y
terceras, así como violines y requintos. Construye sus instrumentos a mano,
porque no tiene maquinaria.
Los
Soneros de la Cascada de Texcaltitán son músicos que se juntan a tocar cuando
reciben alguna invitación para ir a festividades y velorios, a encuentros de jaraneros
de comunidades aledañas como San Andrés Tuxtla, Buenos Aires Soteapán y
Santiago. En su pueblo, tocan en velorios cuando una niña, niño o joven
soltera/o fallece “Le tocamos por cuatro” y en otro tipo de festividad
religiosa, como cuando “una virgencita se celebra” tocan por “menor”.
Por
lo regular, el grupo no tiene versero (cantador), cada integrante se enfoca en
la ejecución de su instrumento “traemos poco instrumentos pero hacemos un
ruidito”, así era antes, los “tocadores” de jarana o violineros sólo tocaban,
no cantaban.
Además
de músicos y/o lauderos, son campesinos, Bonifacio y Manuel se dedican a arar
la tierra. Eulogio lo hizo en sus primeros años de juventud, pero después
aprendió el oficio de albañilería.
Bonifacio
comparte su conocimiento con las y los jóvenes que se acercan a aprender,
preguntar o grabar, aunque han detectado que no hay mucho interés. De acuerdo a
Eulogio “Nosotros queremos sembrar lo
que los viejos saben, que no se pierda esa historia de los sones. Yo estoy muy
contento porque ya tengo retoños, mi
nieto sabe hacer su jarana, una nieta baila y ya saben tocar, eso es lo que yo
deseaba y ya está”.
Entrevista
a Eulogio Temich, 1 de noviembre 2019.
FHG/ ¡Qué siga el fandango!
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